Capítulo 2: Regreso a Casa

Con una mano prendida al móvil y la otra al volante, Manuel observó como ese desierto serpenteante mostraba su árida belleza.

Hacía más de cinco años que hacía ese recorrido y no podía acostumbrarse. A sabiendas que sería menos agotador el viaje en bus, no le apetecía tener que esperar en aquella parada donde su padre o algún buen vecino lo fuera a buscar.

Tratando de ahorrar hasta el agua, juntó el dinero necesario para comprarse ese vieja camioneta, autoregalandose, además, una preciosa libertad que le permitía sentirse más ligero que el viento… viajando sin destino, aun cuando sabía que debía volver al nido.

El resplandor de la pantalla de su móvil le indicó que una nueva llamada había entrado. Seguramente debía ser su padre.

Sin molestarse en contestar, Manuel continuó con la vista fija en el horizonte.

Bastante hacía con regresar al hogar, si es que a eso se le podía decir así.

Desde que murió su abuelo, aquella vieja casa parecía más bien un cementerio donde cada noche se reunían sólo para dormir.

El brillo intencionado del sol resplandeció más que nunca sobre la bomba de bencina de los Flores. Mirando su reloj se dio cuenta de porque sus tripas sonaban con tanta insistencia.

Eran las cuatro de la tarde.

Estacionando su destartalada camioneta, se apresuro a comprar algún comestible que pudiera digerir por el camino, y una botella de agua muy fría.

Nada más entrar, su mirada se detuvo sobre la figura de una menuda mujer junto a la máquina dispensadora de refrescos. Ella observaba, indecisa, que botella tomar.

Con una sonrisa ladina se acercó a ella dispuesto a hacerla rabiar. Aquello había sido su deporte desde que eran unos niños.

Con cautela, y colocando un dedo sobre su boca, silenció a Juanita, la asistente del local, y se aproximó sigilosamente por detrás. Estaba a un palmo de conseguir su cometido y darle un merecido ataque de cosquillas, cuando ella se adelantó y abrió con absoluta tranquilidad la puerta de la máquina.

- Ni lo pienses Manuel – replicó con fastidio la mujer sin siquiera inmutarse – estás perdiendo destreza… te vi desde lejos.

Haciendo una mueca, Manuel chasqueo los dedos. Se había olvidado lo rápida que Susana podía ser.

- ¿Cómo estás? – preguntó ella una vez que sacó una botella de jugo y se volvió hacia él con una sonrisa de autosuficiencia.

- No tan bien como tú – respondió con un gesto provocativo mientras pasaba la mano por su lado, y sin tocarla, sacó una botella de dos litros de agua mineral.

- ¡Eso se lo dices a todas, Manuel! – resopló Susana sonriendo con evidente interés - ¡nunca cambias!

- Sí he cambiado… – replicó él con marcado dramatismo – lo que pasa es que no se me nota mucho.

Susana, enarcando una ceja, movió la cabeza como si aquello no fuera posible.

Conocía de sobra el carácter alegre e impetuoso de su amigo de la infancia. Siempre de coqueto, Manuel nunca había demostrado estar interesado en alguien realmente.

Lo único que le importaba era quedarse en la gran ciudad y ojalá no volver nunca a este lugar perdido de Dios.

- ¿Cómo está Puerto Azul? – preguntó de pronto la muchacha al ver como Manuel mostraba signos de irse.

- Bien… – sonrió con agrado – como siempre en el mismo lugar… al igual que está mina.

Haciendo un vago gesto de despedida, Manuel se encamino para enfrentarse por fin a la casa de su padre.

Sólo faltaban 20 kilómetros más.

Apenas diviso la deslucida fachada de la casa, una sensación de ahogo comenzó a invadirlo. Sólo esperaba que este verano fuera más breve que el anterior.
Apenas cerró la camioneta, una mujer mayor, pero de constitución robusta, salió a recibirlo. Mientras se limpiaba las manos con el delantal, sus ojos no dejaban de contemplarlo.

- ¡Manuel!

- ¡Abuela! – exclamó con alegría, y acercándose en un par de zancadas, abrazo con entusiasmo el cuerpo de la anciana, alzándola con fuerza por los aires.

- ¡No me vayas a botar! – gritó con alarma y ansiedad.

Una vez que la deposito en el suelo, una leve tos anunció la presencia de un hombre que lo miraba con reprensión.

- ¡Llegas tarde! – expreso de mal humor.

- Lo siento – dijo Manuel sin mirarlo, mientras acariciaba el rostro de su abuela.

Sintiendo como su hijo no le hacía gran caso, adelantó dos pasos hacia él para examinarlo mejor.

- Tenemos mucho trabajo en la mina – dijo mirándolo directamente – así que espero que la vida de señorito no te haya hecho olvidar lo que hay que hacer aquí.

- No señor – respondió fijando aún más sus ojos en la mirada azul de la anciana.

- Bien – y sin más, aquel hombre se alejó rumbo a la plaza.

Manuel respiró con fuerza. Sólo debía aguantar este último verano, y su vida volvería a pertenecerle.

Con ese pensamiento, abrazo por el costado a su abuela, y ambos, como si nada, se encaminaron a la casa conversando del cotilleo local, y de todas aquellas cosas que no podían decirse frente a su padre.


- ¿Fernando?

La mujer mayor entrecerró los ojos con sospecha nada más entrar al apartamento de su único hijo.

Caminando con cierto sigilo, Mariela se cruzó de brazos pensando que quizás le había escuchado mal a su jardinero cuando le afirmo que Fernando había llegado anoche. Por regla general, él siempre avisaba cuando llegaba a los Ángeles, por lo que, seguro, aquel muchacho de Jaime debió haber salido de copas y se confundió después de tanto beber.

Observando por un breve momento aquel espacio con cierta nostalgia, el sonido del teléfono fijo hizo que ella volviera la mirada hacia aquel artefacto con extrañeza.

Ese aparato no sonaba a no ser que…

Avanzando en dirección al buró, levanto la mano y cogió el auricular, todo en el mismo instante cuando un Fernando, con sólo el pantalón de piyama puesto y el cabello despeinado, extendió las labios en señal de horror.

- ¿Aló? ¿Aló? – se escuchó decir desde el teléfono en el aire mientras Mariela frunció el ceño totalmente sorprendida.

- ¿Sí? – expresó la mujer concierto aplomo tomando el auricular luego de un par de segundos en tanto le dirigía a su hijo una mirada reprensiva.

- ¿Está Fernando? – preguntó voz femenina algo aguda.

- No - respondió Mariela con sequedad.

- ¿A qué hora llega?

- Lo ignoro.

- ¿Puedo hablar con alguien que sepa?

- Soy su madre, y no lo he visto desde que fue a ciudad Teniente – indico Mariela intentando no soltar un bufido, molesta con esa conversación.

- ¿Podría decirle a su hijo que me llame? – señaló la muchacha con algo de arrogancia.

- Claro – y acto seguido, aún cuando parecía que la chica seguía hablando, Mariela colgó el teléfono.

- Lo siento… - Fernando dio dos pasos hacia su madre sosteniendo su mirada, y aspiró aire – el idiota de un compañero de universidad le dio mi número de la casa.

- ¿Por qué no me avisaste que llegaste anoche? – le reprochó Mariela cruzando fuertemente los brazos.

- No quise molestarte… - dibujando una sonrisa de disculpa, el hombre tomó suavemente los hombros de su madre – era muy tarde para despertarte.

- No me importa - y haciendo un puchero, Mariela desvió la vista hacia el jardín.

- Está bien… - susurro Fernando con voz conciliadora – haré lo que sea con tal que no te enfades conmigo y mis estupideces.

Acercándose a su madre, este acuno la cabeza de ella contra su pecho mientras le hacia una suave nana en la espalda.

- ¿Cuándo fue el día en que creciste tanto? – profirió la mujer torciendo el labio emoción. Le parecía que sólo había sido ayer cuando su Fernando sólo era un crío de pecho y esta siempre a su lado.

- Ya no lo recuerdo… - el hombre estiro los labios haciendo un mohín divertido – debe haber sido hace bastante tiempo.

- Madura Fernando… - Mariela palmeo con afecto los brazos de su hijo, que aunque era delgado, tenía buen porte. Bueno, eso lo sabía de sobra. Desde pequeño, todas las niñas del pueblo andaban tras de él… claro, todas menos Ariel, la hija de Raúl. Aquella niña le gustaba mucho. Tenía espíritu. – tienes 27 años… ya no eres un niño para seguir así como vas.

- Vale, vale… - convino él dándole por su lado. Sabía lo que significaba ese “madura”.

Casarse… tener hijos…

Un escalofrío se deslizó en su columna vertebral con sólo pensarlo.

Apoyando su mejilla en el cabello de su madre, se dijo sólo necesitaba tiempo. Igual que la frutas. Pronto alcanzaría el punto exacto donde todo tendría el sentido justo.

Muy buen capítulo Jerycz, la novela supo mantener la misma emoción que en el primero, además se presentaron los dos chicos que faltaban Manuel y Fernando, dos chicos que se meterán en la vida de Ariel y ella se verá enfrentando en un complicado triángulo amoroso, ya que cada uno de ellos tienen actractivos diferentes, pasiones y gustos y bueno...

Manuel, me cayó mejor que Fernando, me parece que éste último es un nené que aún vive con su madre jijijiji, aunque eso se respeta, solo digo que me parece un hombre irresponsable, mientras que Manuel me parece más lindo, más tierno y más noble...

Espero el próximo capítulo pronto, lo que va de la historia me ha gustado mucho, además de que tu redacción detallada hace vivir el capítulo y la lectura de una manera maravillosa, que hace que el lector sepa imaginarse a la perfección cada escena, cada personaje, cada acción que cada persona realiza...

Aleja!! escribió:Muy buen capítulo Jerycz, la novela supo mantener la misma emoción que en el primero, además se presentaron los dos chicos que faltaban Manuel y Fernando, dos chicos que se meterán en la vida de Ariel y ella se verá enfrentando en un complicado triángulo amoroso, ya que cada uno de ellos tienen actractivos diferentes, pasiones y gustos y bueno...

Manuel, me cayó mejor que Fernando, me parece que éste último es un nené que aún vive con su madre jijijiji, aunque eso se respeta, solo digo que me parece un hombre irresponsable, mientras que Manuel me parece más lindo, más tierno y más noble...

Espero el próximo capítulo pronto, lo que va de la historia me ha gustado mucho, además de que tu redacción detallada hace vivir el capítulo y la lectura de una manera maravillosa, que hace que el lector sepa imaginarse a la perfección cada escena, cada personaje, cada acción que cada persona realiza...

Tus palabras me emocionan Aleja, y en verdad las agradezco de corazón... me alegro muchísimo que te guste la forma como escribo y que puedas imaginarte cada situación...
Y con respecto a los muchachos, pues hay para todos los gustos... cada uno tiene enormes fortalezas y también debilidades, como cualquiera... aunque eso lejos de ser algo que los desluzca, lo cierto es que los hace interesantes...

Un beso enorme Aleja y gracias por tus comentarios

De nada, lo hago por que en realidad esta novela me llamó mucho la atención por el título, y me cautivó por completo cuando leí la sinopsis, dije "un triángulo amoroso, que emoción", por lo general amo esas historias que contienen esos complicados triángulos amorosos, no se sabe con quien quedará la protagonista o el protagonista, quien con quién y en fin!!! Lo divertido es ver el dilema, las emociones, la comedia y el drama

Felicitaciones por esta historia

Bueno pues ahora ya conocemos a los dos chicos que forman el triángulo principal. Tanto Manuel como Fernando me caen bien, aunque son muy diferentes. Manuel es un poco "bala", un picaflor, le gustan todas pero no se quiere enamorar de nadie. Es joven, no quiere compromiso, está en su derecho también, es su vida y cada uno decide como vivirla. Tal vez Ariel se fije en él antes que en Fernando porque Manuel es más seguro de sí mismo.

Fernando está muy unido a su madre, quizá es muy niño todavía, aunque eso no es malo (los chicos en general somos muy madreros jaja), tal vez necesita alejarse un poco de ella y madurar como bien le dice, vivir sólo, viajar,vivir experiencias, aprender a ser independiente, no sé... Madurar no es necesariamente casarse y tener hijos, madurar es ser independiente para mí, sea solo o en pareja (Hay padres de familia que son más niños que sus hijos). Yo creo que está enamorado de Ariel y por eso no hace caso de ninguna otra chica.

Excelente cap. Jerycz, muy buena historia.

Aleja!! escribió:De nada, lo hago por que en realidad esta novela me llamó mucho la atención por el título, y me cautivó por completo cuando leí la sinopsis, dije "un triángulo amoroso, que emoción", por lo general amo esas historias que contienen esos complicados triángulos amorosos, no se sabe con quien quedará la protagonista o el protagonista, quien con quién y en fin!!! Lo divertido es ver el dilema, las emociones, la comedia y el drama

Felicitaciones por esta historia

Te lo agradezco, en verdad, como también te agradezco el tiempo que me regalas al leerla y darme tus impresiones...
Un beso enorme

Pspain escribió:Bueno pues ahora ya conocemos a los dos chicos que forman el triángulo principal. Tanto Manuel como Fernando me caen bien, aunque son muy diferentes. Manuel es un poco "bala", un picaflor, le gustan todas pero no se quiere enamorar de nadie. Es joven, no quiere compromiso, está en su derecho también, es su vida y cada uno decide como vivirla. Tal vez Ariel se fije en él antes que en Fernando porque Manuel es más seguro de sí mismo.

Fernando está muy unido a su madre, quizá es muy niño todavía, aunque eso no es malo (los chicos en general somos muy madreros jaja), tal vez necesita alejarse un poco de ella y madurar como bien le dice, vivir sólo, viajar,vivir experiencias, aprender a ser independiente, no sé... Madurar no es necesariamente casarse y tener hijos, madurar es ser independiente para mí, sea solo o en pareja (Hay padres de familia que son más niños que sus hijos). Yo creo que está enamorado de Ariel y por eso no hace caso de ninguna otra chica.

Excelente cap. Jerycz, muy buena historia.

Haz captado perfectamente el perfil de cada uno de estos galanes... cada uno con su temperamento y su forma de relacionarse con el otro... sólo falta un ingrediente más que la ensalada este terminada, pero en estricto rigor, esa es la esencia...
Con respecto a "madurar", Fernando se refiere a lo que su madre cree que significa... lo que piensa él... de hecho, él tiene otras ideas con respecto a eso...

Estas muy bien encaminado, Pedro...

Vaya, vaya con estos chicos, los dos se ven buenas personas y que no han encotrado el verdadero amor puesto que aún le tienen miedo al compromiso, pero ahora con Ariel creo que todo cambiará.

Manuel creo que es un poco más tierno y más sufrido que Fernando, seguiré leyendo para averiguarlo

Gloria escribió:Vaya, vaya con estos chicos, los dos se ven buenas personas y que no han encotrado el verdadero amor puesto que aún le tienen miedo al compromiso, pero ahora con Ariel creo que todo cambiará.

Manuel creo que es un poco más tierno y más sufrido que Fernando, seguiré leyendo para averiguarlo

Cada uno de estos chicos tiene su propio cuento, Glorita... cada uno en su esencia son especiales... creo que no me gustaría estar en los zapatos de Ariel

Un beso grande y gracias por pasarte a leer

jajaja Fernando me recuerda a mi

En serio? que agradable coincidencia