CAPÍTULO 015: EL NOMBRE DEL ASESINO ES REVELADO

CAPÍTULO 015: EL NOMBRE DEL ASESINO ES REVELADO

ENTRADA:





Esteban Valenzuela se encontraba ya en una casa abandonada junto al recién nacido Ramirito, quien se encontraba echado en una pequeña mesita. Esteban miraba fijamente al bebé, quien lloraba y lloraba. El villano, totalmente desesperado, saca un arma y apunta contra el pequeño.

Esteban: ¡Cállate! ¡Ya cállate! – Grita –, ¡Necesito pensar! – Esteban se acerca al bebé y hace chocar el frío de la pistola con la mejilla de este, quien continuaba llorando –. ¿Sientes frío? ¡Responde! ¿Sientes frío, imbécil? – El villano empieza a reír para luego llorar al instante –, ¡Estoy enfermo! ¡Sí! ¡Estoy enfermo! ¿Pero te das cuenta por qué lo estoy? ¿Has visto cómo me trató la maldita de tu abuela? ¿Viste cómo me trató? ¡Ni bien volvió a ver a su marido muerto y me tiró a la basura! ¡Como todos! – El villano continúa llorando, al lado del bebé, quien también lo hace –. Tú pagarás las consecuencias, bonito… Tú las pagarás…

El celular de Esteban empieza a sonar. Nuevamente el Doctor Carlos Almandoz llamaba. El hombre contesta rápidamente, secándose las lágrimas.



Esteban: Doctor, ya sé. Ya me dijo que Bárbara se ha despertado, ¡Ya voy a ir! ¡Espéreme un rato, hombre! – Grita algo desesperado –

Carlos: Le ruego que se apure, Señor Valenzuela. Me va a disculpar, pero no tengo su tiempo para andar esperándolo aquí – Carlos cuelga y eso deja sorprendido al villano.

Esteban: ¿Te das cuenta? – Le pregunta al bebé y empieza a reír –. Todos se creen superiores a mí. ¿Sabes algo? Debería hacerte un favor y matarte. Si disparo en tu cabeza – Apunta hacia él – haría que no vivas esta porquería. Lo que vas a vivir cuando crezcas es puro dolor. Desprecio, soledad… Y luego querrás vengarte y finalmente te darás cuenta que aunque te vengues, que aunque te vuelvas un despiadado, la soledad y el desprecio continúan – Los ojos de Esteban se llenan de lágrimas –.Por ahora debes continuar vivo… Por ahora – Esteban guarda su arma. En ese instante ingresa alguien, se trataba de El Pantera (Sergio Galliani), quien era uno de sus empleados –. Llegaste justo a tiempo. Me tengo que ir. Cuida bien al bebé. No quiero que tenga ningún rasguño, ¿Entendiste?



El Pantera: Como usted diga, patrón – Esteban mira al pequeño, sonríe y luego sale de la casa. El Pantera observa al bebé –. Qué bonito bebito, que pena que a esta edad tengas que vivir con ese loco…

Comandancia de Policía:



Javier Salazar se encontraba dentro de su oficina. Revisaba unos documentos con información sobre la muerte de Cecilia cuando en ese momento su celular empieza a sonar. El hombre contesta rápidamente.

Escuchar "Misterio del asesino":



Javier: ¿Aló? ¿Quién habla? – Pregunta –

Voz Misteriosa: Te saluda el asesino de tu ex esposa, estúpido – Le dice dejando sorprendido a Javier –. ¿Quieres saber quién soy?

Javier: Esto no es nada gracioso. No vuelva a llamar, ¿me entendió? – Dijo muy serio y molesto –

Voz Misteriosa: No me digas que tienes miedo, Javier – Salazar queda sorprendido al escuchar la desfachatez de este sujeto –

Javier: ¿Quién eres?

Voz Misteriosa: Ven y averígualo. En el descampado. Dentro de dos horas.

Javier: ¿Acaso no sabes que yo soy policía…? Puedo…

Voz Misteriosa: No me han atrapado en todo este tiempo. No lo harán ahora. Si quieres saber quién soy, será mejor que vengas y solo, ¡Totalmente solo! – Le dice y luego cuelga. Javier se encontraba asombrado. No podía creer lo que acababa de escuchar –



Fabiola no sabía qué hacer luego de haber recibido la llamada de aquella voz misteriosa que le decía que Ricardo, el propio hermano de Mariano, era el asesino. No sabía si contárselo o no. Entra al calabozo donde se encontraba su enamorado. Ambos se miran a la cara.

Mariano: ¿Te volvió a llamar? – Le pregunta y Fabiola queda callada –. Mi amor, por favor responde…

Fabiola: Sí, pero me dijo una estupidez – Le dice, intentando restarle importancia –

Mariano: No. Tu cara está pálida. ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo? – Pregunta –, ¡Vamos! Dime – Le dice desesperado –

Fabiola: Lo que pasa es que… El sujeto ese dijo que… – Fabiola vuelve a quedar callada. Se encontraba muy angustiada y nerviosa –

Mariano: ¡Fabiola! ¡Por favor! – Grita Mariano –

Fabiola: Dijo que el asesino era tu hermano, Ricardo – Mariano queda totalmente asombrado. Sus ojos se agigantan tremendamente –

Casa de Mariano:



Ricardo se encontraba dentro de la habitación de Mariano. Ahora estaba rebuscando entre las pertenencias de su hermano. Al parecer quería encontrar algo. No sabemos qué, pero buscaba desesperado.

Ricardo: Por aquí debe haber algo – Susurra mientras busca en los cajones. En ese instante se detiene al encontrar un anuario de colegio. Un anuario que era de él, cuando realizaba la promoción de sexto de primaria –. Mi anuario… Mariano lo tenía – Ricardo empieza a recordar su niñez. Todo lo que significó para él –

Recuerdo:

Nos trasladamos a un colegio antiguo, donde varios niños jugaban. Entre ellos un hiperactivo niño llamado Ricardo, quien se caracterizaba por maniobrar la pelota de fútbol de una manera espectacular. Sin embargo ese día se encontraba especialmente desconcentrado. Observaba a lo lejos como su hermano, Mariano, conversaba con Cecilia de una manera muy amigable. Uno de los amigos de Ricardo se acercó a él y le pidió que se concentrara, sino tendrían que sacarlo del equipo.

Ricardo: ¿Me piensan sacar a mí? ¡¿A mí?! – Ricardo empujó a su compañero y ambos se empezaron a pelear. Mariano corrió al ver a su hermano. Cecilia también lo acompañó –, ¡¿Acaso no sabes que soy el mejor jugador de este equipo?! – Mariano toma de los brazos a su hermano –, ¡Suéltame!



Mariano: ¡Tienes que tranquilizarte! – Le grita –. ¿Qué pasa si viene un profesor?

Ricardo: ¡Todo esto es tú culpa! – Ricardo empuja a su hermano –, ¡Por tú culpa me distraigo!

Mariano: ¿De qué hablas?

Ricardo: ¿No se pueden largar los dos a conversar a otro lado? ¡Melosos cochinos! – Les dice –

Cecilia: ¡Ay, Ricardito…! – Cecilia intenta tocarlo, pero Ricardo la empuja haciéndola caer al suelo –

Ricardo: ¡No me toques! – Mariano se enfurece y empuja a su hermano, luego va para recoger a Cecilia –, ¡Los odio! ¡Los odio a todos! – Ricardo sale corriendo, mientras que Mariano observaba muy molesto y decepcionado –

Realidad:

Ricardo aprieta muy fuerte su anuario, el cual decide llevarse. El ahora acusado asesino de Cecilia sale de la habitación también con la nota que traía el acertijo.

Clínica:



Ramiro ingresa con un rostro lleno de horror al cuarto donde se encontraba Gabriela. Ambos se miran fijamente a la cara. La mujer esperaba la llegada de su bebé, sin embargo se asusta al ver el rostro de su prometido.

Gabriela: ¿Por qué tienes esa cara? – Pregunta asustada –, ¿Dónde está el bebé?

Ramiro: Gaby, tienes que ser fuerte, ¿me entiendes? Muy fuerte – Le dice mirándola a los ojos –

Gabriela: Ramiro, me estás asustando, ya dime de una vez qué está pasando con mi bebé, ¿Está enfermo o qué? – Dice muy desesperada –

Ramiro: El bebé… El bebé no está, Gabriela. Ha desaparecido. Alguien se lo ha llevado – Los ojos de Gabriela se llenan de lágrimas –

Gabriela: ¿Qué has dicho? ¡Eso no puede ser! ¿Dónde está mi bebé? ¡Ramiro dónde está! – Grita la mujer, rompiendo en llanto –

Ramiro: Gabriela, te juro que lo voy a buscar en donde sea, ¡Lo voy a encontrar aun así tenga que dar mi vida por él! – Dice con lágrimas en los ojos. Gabriela se levanta de la cama. Ramiro la toma entre sus brazos, mientras ella forcejea, llorando, fuera de control –

Gabriela: ¡Es mi hijo! ¡Es mi hijo, Ramiro! ¡Quiero tenerlo conmigo! ¡Es mi hijo! – Gritaba la mujer, llena de furia y descontrol –

Comandancia de Policía:



Ciro se encontraba siendo interrogado por Uribe, quien le había leído una de las cartas. El esposo de Catalina estaba recordando los antiguos y dolorosos momentos pasados.

Uribe: Ciro, lo mejor será que me hable con la verdad. ¿Qué fue lo que sucedió? – Pregunta el comandante y saca una grabadora de su saco. Pensaba grabar absolutamente toda su declaración –

Ciro: Está bien. Diré toda la verdad, aunque me avergüence tanto de ello – Ciro continúa recordando lo vivido que, para él, es una vergüenza –

Recuerdo:



Cecilia se encontraba dentro del consultorio de Ciro. Ambos se conocían por primera vez. El doctor se encontraba prendido de la belleza de esta mujer, quien había acabado de hacerse unos análisis.

Cecilia: ¿Cómo me encuentra, doctor? – Pregunta –

Ciro: La encuentro perfecta – Le dice mirándola a los ojos y sonriéndole –, sin embargo le voy a pedir que siga viniendo una vez a la semana. Esa infección que tuvo me sigue preocupando – Miente el doctor, tan solo para seguir viendo a la mujer –

Cecilia: Está bien. No sabe cuánto le agradezco, doctor. No cabe duda que me recomendaron al mejor – Le dice y ambos sonríen –. Más bien, me gustaría que tenga mi tarjeta – La mujer saca su tarjeta y se la da al doctor –, soy profesora de historia. Cualquier cosa que usted desee, estoy para ayudarlo…

Ciro: Mire usted, justo uno de mis hijos está a punto de dar un examen para ingresar a la universidad. Tal vez le pueda dar clases particulares – Le dice, sin despegar su mirada de ella –

Cecilia: Sería todo un placer, doctor – Le dice –

Realidad:

Ciro: Fue así como yo conocí a Cecilia. Ella vino para hacerse unos análisis de rutina. La atendí muy bien. Era una mujer preciosa. Mi matrimonio me había estado empezando a aburrir. Catalina a veces era muy dura, muy fría – Los ojos del hombre se llenan de lágrimas – y apareció una mujer bella, que me sonreía y que parecía admirarme… Parecía nada más – Ciro rompe en llanto –. Fue así también que Juan la conoció… Y él también se enamoró de ella. Él también…

Recuerdo:



Ciro se encontraba discutiendo con Juan dentro de su consultorio. Ambos ya estaban alzando la voz, mientras que Ramiro escuchaba desde la puerta.

Ciro: ¡No voy a permitir que intentes nada con Cecilia! ¿Entendiste Juan? Es mi última palabra – Le dice a su hijo, muy enfadado –

Juan: Tú no tienes ningún derecho a prohibirme con quién puedo o no tener una relación. La profesora Cecilia me gusta, ¡He visto como su maridito la trata! ¡Él no se la merece! – Grita Juan –. Voy a intentarlo con ella…

Ciro: ¡No harás nada! ¡Nada! ¿Entendiste? – Juan empuja a su propio padre haciéndolo caer al suelo –. ¿Pero cómo te atreves?

Juan: ¿Me tienes envidia, verdad? Igual que Ramiro, ambos me tienen envidia porque yo soy artista y ustedes son simples, son unos fracasados sin talento – Ciro se levanta y le tira una cachetada a Juan –, ¿O acaso estás enamorado de la profesora?

Ciro: ¡Ya cállate! – Le vuelve a tirar una cachetada –, ¡Fuera de aquí! ¡Fuera!

Juan: Me iré, pero me iré para siempre, papá, ¡Para siempre! – Juan sale del consultorio y ve a Ramiro. Ambos se miran a la cara –. Ni una palabra, Ramiro, ¿Entendiste? Ni una sola palabra.



Ramiro: Yo sé que en el fondo no eres tan duro como aparentas en casa. He visto cómo te comportas con tus amigos. Eres distinto. Por eso ellos te quieren – Ambos se miran fijamente a la cara –

Juan: Hubiera querido ser con ustedes como con mis amigos, pero es imposible. Mi cuerpo, de manera extraña, los rechaza – Juan se va caminando rápidamente. Ramiro aprieta sus puños –

Ramiro: Te mereces lo peor, Juan. Por haber tratado a tu familia de esa manera. Sobre todo a tus padres que te quisieron tanto… Mucho más que a mí – Ramiro agacha su mirada y sus ojos derraman algunas lágrimas –

Realidad:

Ciro: Nunca me atreví a decirle nada a Cecilia. Ella nunca supo que me estaba empezando a enamorar de ella – Dice y agacha su mirada –

Uribe: ¿Entonces usted no la mató? – Pregunta el comandante –

Ciro: ¡Claro que no! – Exclama ofendido –

Uribe: Pruébelo – Le dice mirándolo fijamente a los ojos –. Usted desapareció en la noche del mismo día en que fue encontrada muerta la señorita Cecilia…

Ciro: En la mañana, a esa misma hora, me encontraba con mi esposa, Catalina. Así que yo no pude matar a Cecilia – Le dice –. Estábamos preocupados porque ya se habían cumplido no sé cuántos meses desde que Juan había desaparecido…

Uribe: ¿Y en la noche dónde estaba? ¿Por qué desapareció?

Ciro: Se lo voy a decir… Estaba con mi amante – Uribe queda totalmente sorprendido al escucharlo –. Mi amante, la señora Sofía De Valenzuela – Ambos se miran fijamente –



Departamento del Doctor Carlos:



Esteban llega hasta el departamento. El doctor le abre la puerta. Ambos se miran a la cara, algo desafiantes.

Carlos: Hasta que por fin, Esteban – Le dice el doctor –

Esteban: Mire, doctor, no me empiece a fastidiar porque no tengo ganas de discutir – Le dice mirándolo a los ojos –

Carlos: Me tengo que ir, cuando salga cierre bien la puerta – El doctor sale y Esteban mira con odio a la nada –

Esteban: ¡Ay, cuando salga cierre bien la puerta! – Exclama imitando al doctor. En ese instante ve a Bárbara, quien se encontraba parada en una esquina –. Bárbara, ¿Cómo estás?



Bárbara: Bien – Ambos se miran fijamente –. Quería hablar contigo…

Esteban: Yo sé lo que me vas a decir. Me he portado mal contigo, pero yo no sabía que eras mi hija. Mira, Bárbara es algo que va más allá de mí. Que yo no puedo controlar… – Bárbara se acerca lentamente al villano, quien se asusta un tanto. Bárbara llega a estar frente a él –

Bárbara: Yo te quería decir que te perdono – Esteban se sorprende al escucharla y esta le da un abrazo –. Te perdono, de verdad…

Comandancia de Policía:



Mariano no sabía qué hacer después de haber recibido la información que Fabiola le había dado. Su novia se encontraba a su lado, dentro de la celda. Ambos sentados. Ella le tomaba de las manos hasta que en ese momento ingresa el comandante Uribe.

Uribe: Disculpe, señorita Fabiola, pero necesito quedarme a solas con el Señor Mariano – Mariano mira a los ojos a Uribe –

Mariano: ¿Para qué? – Pregunta –, ¿Para interrogarme? – Mariano parecía derrotado, ya no quería seguir luchando –. No es necesario, Uribe – Le dice mirando fijamente a Fabiola y derramando unas cuantas lágrimas –. Condénenme, yo maté a Cecilia.

Lo que Mariano acababa de decir hizo que tanto Fabiola como Uribe queden totalmente sorprendidos. No podían creer lo que el hombre estaba diciendo.

Descampado:



Estaba empezando a oscurecer. Eran ya casi las siete de la noche. Javier Salazar empezó a caminar lentamente por el lugar. Traía su pistola entre manos. Asustado empezó a escuchar unos ruidos, pero no sabía de donde provenían. No veía a nadie cerca del lugar.

Javier: ¡Sal de tu escondite! ¡Vamos! – Grita el comandante –, todo se trata de un juego – Murmura luego –, ¿cómo pude caer en esta estupidez? – Javier voltea en dirección a su carro, sin embargo al hacerlo ve a alguien parado –, ¿Tú? ¿Tú mataste a Cecilia? – Le pregunta –. Recuerdo haberte visto algunas veces… ¿Por qué lo hiciste? – Le pregunta y apunta contra él –, ¡Responde! – Grita –

Voz Misteriosa: Mi querido Javier, me alegra mucho verte – Le dice sonriéndole –. Ambos sabemos que tú fuiste, tal vez, el que más amó a Cecilia – Los ojos de Javier se llenan de lágrimas –. Sí, tuviste que tratarla mal para que ella se separe de ti… Porque sabías que ella corría un gran peligro a tu lado. Habías metido a la cárcel a uno de los delincuentes más importantes del país, sin duda habrían represalias – El villano vuelve a reír, mientras que Javier observa lleno de nostalgia –. No te preocupes, ahora estarás a su lado…

Javier: Claro que no – Javier intenta disparar, pero su pistola se encuentra descargada –, ¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo le quitaste las balas a mi arma?

Voz Misteriosa: Soy más inteligente que todos ustedes. Es por algo que hasta ahora no me atrapan – El villano dispara contra Javier. La bala cae directamente en el corazón. El hombre cae al suelo –. Uno nunca debe confiarse – El asesino dispara ahora contra la cabeza del comandante. Asegurándose que esté completamente muerto –

Departamento del Doctor Carlos:

Escuchar soundtrack "Arrepentimiento":





Esteban se encontraba conmovido después del abrazo que le dio su hija. Ambos se encontraban sentados en el mueble conversando.

Bárbara: Hemos hecho cosas terribles, papá – Le dice y él mira a otro lado –. Mírame a los ojos, por favor – Esteban decide mirarla con algo de vergüenza –. Quiero que cambiemos, que hagamos las cosas bien…

Esteban: Hija, por el amor de Dios, ya es tarde para hablar de arrepentimientos – Le dice, algo alterado –. ¿No te das cuenta todo lo que hemos hecho? Tú has matado a Juan…

Bárbara: Y también quemé a Humberto. En realidad la intención era matarlo – Dice, mirando hacia el piso. Esteban mira un tanto sorprendido –

Esteban: ¿Ves? Yo he cometido las peores cosas que un ser humano haya podido hacer. Me he creído un Dios que puede hacer y deshacer como quiere. Tal persona hizo esto, pues tiene que morir. Tal persona es un obstáculo para mí, pues tiene que morir. Una mujer me gusta, pues será mía sea como sea. Soy un asco de persona y no voy a cambiar ahora, ¡No lo haré! – Grita esta vez muy alterado y parándose del asiento –

Bárbara: ¿Me puedes decir todo lo que has hecho? – Pregunta y Esteban queda en silencio –

Esteban: No, no creo que sea buena idea… – Dice, tartamudeando un poco –

Bárbara: Vamos, papá… – Esteban mira hacia el piso –

Esteban: Ayudé a tu madre a matar a Sebastián, el hombre al que creíste tu padre todo este tiempo – Los ojos de Bárbara se llenan de lágrimas. Agacha su mirada –, también asesiné a tu nana, Prudencia y a un policía que se me atravesó ese día. Ambos están enterrados cerca de la hacienda. También asesiné y violé a Jacqueline, la asistente de la empresa – Dice y su voz se quiebra –. En estos momentos tengo al bebé de Ramiro en mis manos. Lo he secuestrado…

Bárbara: Papá, pienso ir a la policía para decirles todo lo que he hecho – Le dice a su padre mirándolo a los ojos y rompiendo en llanto –. Por favor, acompáñame y entrégate tú también…

Esteban: Hija, por favor, ¡No me pidas eso! ¡Todo menos eso! – Grita el villano y corre hacia la puerta –

Bárbara: ¡Por favor! – Esteban mira a su hija lleno de ternura y luego sale del departamento –

Departamento de Darío:



Darío se encontraba ingresando a su departamento. Dentro de este se encontraba Mayra, quien lo recibe con un gran beso. Ambos, ya una pareja feliz, continúan besándose hasta llegar a la recamara.

Darío: Me encanta que ahora seas mía y sólo mía – Le dice, recostándola en la cama –. Espérame un instante – Darío va hacia su escritorio. Busca su diario y empieza a escribir en el –

Mayra: ¿Piensas escribir en estos momentos? – Le pregunta, riéndose un poco –

Darío: Siempre que puedo escribo los momentos importantes en mi diario – Le dice, mirándola de reojo –

Mayra: Siempre que escribes en ese diario lo haces con tanta pasión, ¿Algún día me dejarás leerlo? – Le pregunta –

Darío: Creo que no es buena idea – Darío deja el diario y va hacia Mayra, se echa encima de ella y empieza a besarle el cuello –. Nunca pensé que todo este cuerpo sería mío – Darío empieza a besarla y a tocarla con algo de brusquedad –

Mayra: ¡Cuidado! – Le dice, un tanto divertida –. Te gusta hacerlo fuerte…

Darío: Me encanta – Le dice, apretándole los senos –

Casa de Catalina:



Catalina se encontraba dentro de su casa, al lado del teléfono, esperando la llamada de Ciro o de su hijo. El teléfono suena en ese momento. Ella contesta, se trataba de Ramiro.



Catalina: ¿Pero de qué estás hablando? ¿Cómo que el bebé ha desaparecido? – Pregunta angustiada –

Ramiro: Sí, mamá. No sabemos quién pudo llevárselo, pero la policía ya empezó con la búsqueda. Por cierto te quería decir que me acaban de informar que mi papá se encuentra en la comisaría. Está siendo interrogado por la forma extraña en la que desapareció – A Catalina sólo le llegaban noticias malas. La mujer se llena de preocupación –

Catalina: ¡No puede ser! ¿En qué comisaría está? – Pregunta y su hijo le contesta al instante –. Iré a verlo en estos momentos – La mujer cuelga el teléfono. Va por su cartera, luego corre hacia la puerta, sin embargo al abrirla grande es su sorpresa al ver parada a Sofía –, ¿Pero tú? ¿Acaso no estabas en el manicomio?



Sofía: ¡Estaba! – Le dice y saca un arma. Le apunta a la mujer –, ¡Adentro! ¡Vamos! – Le grita, Catalina ingresa a la casa. Sofía cierra la puerta –. Mi venganza comenzará en estos momentos…

Casa Abandonada:



Esteban llega a la casa y toma al bebé entre sus brazos, dejando sorprendido a su empleado.



El Pantera: ¿Qué pasó, patrón? ¿Va devolver al bebé? ¿Y mi dinero? – Pregunta –

Esteban: Voy a devolverlo – Esteban saca unos billetes y se los tira al Pantera –. Quédate con eso – Esteban mira al bebé y le acaricia el rostro –. Tú no tienes la culpa de nada. Llegó la hora de hacer las cosas bien, Pantera… Tú también deberías…

Esteban Valenzuela sale de la casa corriendo, junto al bebé. El Pantera mira a la nada y empieza a reír.

El Pantera: Ay, este tipo se terminó de volver loco – El Pantera empieza a recoger los billetes –

Departamento de Ricardo:



Ricardo llega a su departamento. Se sienta en su pequeño mueble, empieza a observar la nota con el acertijo.

Ricardo: “RIENDO voy en el CARRO, mientras suena un DO menor” – Lee el hasta ahora señalado asesino –. Mariano es un imbécil. Acá dice claramente mi nombre: “RI CAR DO”. Alguien me ha querido echar la culpa a mí – Dice y en ese instante abre su anuario –. Qué recuerdos, qué recuerdos de la niñez… – Empieza a ver a sus distintos compañeros de salón y sonríe –. Acá está el León, mírenlo. Parece un niño inocente – Dice y empieza a reír. Sin embargo la risa no dura mucho, él se sorprende al leer el nombre de alguien –. No puede ser… No puede ser…

Casa de Catalina:



Sofía apuntaba con el arma a Catalina, quien miraba totalmente aterrada.

Sofía: ¡Siéntate! – Le grita la villana, totalmente loca –, ¡Que te sientes! – Le vuelve a gritar –. Me quitaste a los dos hombres que más quise – Le dice a Catalina –

Catalina: Estás loca, Sofía. Te sugiero que te vayas. Será lo mejor para ti – Le advierte –

Sofía: ¡Oh! ¿Me estás amenazando? – Le pregunta –. Catalina, esta vez no tendré contemplaciones… Me quitaste a Ciro – Le dice dejándola sorprendida –. Sí, Ciro fue mi hombre… Él y yo tuvimos una relación. Fue por ello que desapareció – Los ojos de Catalina se llenan de lágrimas –. Yo nunca podía aceptar que él me rechace, sin embargo un buen día me dijo que estaba arrepentido de todo esto y que quería olvidarse de lo nuestro – La vieja Sofía empieza a reír –. ¡Yo no podía permitirlo! Decidí matarlo, pero no sé cómo salió vivo…

Catalina: ¡Ya cállate! Tú solamente dices puras mentiras, ¡Eres una vieja loca! – Sofía dispara contra Catalina. La bala le cae en la pierna. Se escucha un grito desgarrador –, ¡Te odio! ¿Por qué me haces esto? No es mi culpa que Ciro te haya hecho eso…

Sofía: Ciro y luego Esteban. Desde que empezaron a ser novios él se alejó de mí. Ya nunca quiso tocarme, ¿Qué tienes tú que no tenga yo? – Sofía le dispara ahora en la otra pierna –

Catalina: ¿Sabes algo? Estoy harta. ¡Mátame de una vez! ¡Mátame! – Grita la mujer –

Sofía: Si eso quieres – La villana dispara contra Catalina. Esta vez la bala va directamente al pecho –

Comandancia de Policía:



Mariano se encontraba mirando a la nada, mientras que Fabiola continuaba tomándolo de las manos. Ambos se encontraban en la celda.

Fabiola: Lo estás haciendo para defender a tu hermano y eso está mal, Mariano. Si él cometió un crimen tiene que pagarlo, ¡Tiene que pagarlo! – Exclama y rompe en llanto –

Mariano: Fabiola, déjame, por favor. Yo sé lo que hago – Los ojos de Mariano se llenan de lágrimas –. Todo fue mi culpa – Le dice –, Ricardo siempre estuvo enamorado de Cecilia y cuando ella se separó de Javier, él vio una posibilidad que yo le arrebaté…

Fabiola: Pero eso no justifica que la haya matado, ¡Por el amor de Dios, Mariano! Por favor, ¡Reacciona! ¿No te das cuenta que te piensan llevar a una prisión de alta seguridad? – Le pregunta, mientras que Mariano parece no escuchar –

Mariano: Tal vez así estaba escrito mi destino – Fabiola lo abraza y en ese instante ingresa el comandante Uribe –, ¿Qué pasó comandante?



Uribe: Mañana se dictará tu sentencia, Mariano y serás llevado a “Lurigancho”, la prisión más peligrosa del país – Fabiola vuelve a llorar, mientras que los ojos desorbitantes de Mariano se vuelven a llenar de lágrimas –

Departamento de Ricardo:



Ricardo se encontraba totalmente sorprendido al haber leído el nombre de uno de sus compañeros de salón, al cual no recordaba muy bien, aunque en ese momento todas las imágenes empezaron a llegar a su cabeza.

Ricardo: RIENDO voy en el CARRO, mientras suena un DO menor – Dice Ricardo y sus ojos se llenan de lágrimas –

Recuerdo:

Un gran paseo ha sido organizado por el colegio. Todos los alumnos irían a una playa para celebrar el aniversario de la institución. Los alumnos se encontraban ingresando a un gran ómnibus. Todos reían mientras sonaba una hermosa canción. Entre los alumnos se encontraban Ricardo, Mariano y Cecilia. En ese instante un muchacho con lentes, algo tartamudo y tímido ingresó. Todos se empezaron a burlar de él.

Ricardo: Mira lo que voy a hacer – Le dice el pequeño Ricardo a su mejor amigo El León –

El pequeño Ricardo saca su pie y hace tropezar así al niño tímido que iba caminando.

Ricardo: Uy, niño tonto, ¿No me digas que te caíste? – Todos empiezan a reír. Ricardo toma los lentes del niño y se los pone –. Sí que eres ciego – Tira los lentes y estos se rompen. El niño rompe en llanto y eso hace que todos vuelvan a reír. Mariano y Cecilia observan con mucha tristeza lo que estaba sucediendo –



Cecilia: ¡Ya dejen de fastidiarlo! ¿Qué se han creído? – Pregunta, mientras lo ayuda a levantarse –

Mariano: Dejen tranquilo a Daniel – Dice Mariano y en ese momento el niño tímido lo corrige –

Escuchar soundtrack "Revelación":



“No soy Daniel” dice el niño, todavía llorando un poco. “Me llamo Darío…”, dice el niño mirando fijamente a Mariano, para luego sonreírle a Cecilia, quien también le sonríe tiernamente.

Realidad:

Ricardo: No puede ser… No. “Riendo voy en el carro, mientras suena un do menor”. Darío… Darío mató a mi Cecilia – Ricardo rompe en llanto –

Departamento de Darío:



Era ya de noche. Una luz de color rojo alumbraba el cuarto. Mayra y Darío habían terminado de hacer el amor. Darío se encontraba bañándose en estos momentos, mientras que Mayra se encontraba echada en la cama, cubierta por una sábana. En ese instante la mujer ve el diario de su ahora enamorado. Se encontraba abierto. Mayra, completamente desnuda, decide levantarse y leerlo.

Mayra: Vamos a ver – Dice sonriente y empieza a leer. La mujer queda sorprendida con las palabras escritas. Están llenas de odio, rencor y venganza –. Por Dios, ¿Pero de qué se trata esto? – En ese instante Mayra se percata que el agua del baño había dejado de sonar hace ya bastante rato. Voltea y al hacerlo se encuentra con Darío, quien se encontraba con una bata –. ¿Qué significa esto? – Le pregunta –

Darío: Tú no tenías que leer eso, Mayra. Tú no tenías que hacerlo… – Le dice muy serio, mirándola fijamente –

Mayra: Acá dice que mataste a una mujer llamada Cecilia – Le dice prácticamente llorando –

Darío: Sí y ahora te voy a tener que matar a ti – Darío toma de los brazos a Mayra y le tira un cabezazo en la nariz, dejándola desmayada en el piso –

CONTINUARÁ…

SALIDA: