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Capítulo 3: Perspectivas

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Mensaje por jerycz Sáb Ago 04, 2012 12:10 am



Capítulo 3: Perspectivas Fernando8

- ¿Llegó ese niño?

El tono de censura con que su marido hizo la pregunta provocó que Mariela, al traspasar el umbral de la puerta principal, levantará la mirada con algo de reproche.

Eran las 9 de la noche.

- Sí… si llegó.

Pasando por su lado sin mirarlo en dirección a la cocina, Joaquín Urquieta cruzó una pierna sobre la otra estirando lo que más pudo la hoja doble del diario mientras agitaba la cabeza.

Amaba a su hijo hasta rayar en la locura, pero no podía entenderlo. Siempre de gitano, no parecía asentarse en ningún lugar, y aunque habían hablado muchas veces sobre lo importancia de dedicarle tiempo a la empresa familiar, aquel muchacho, como si hiciera oídos sordos, se las había arreglado para mantenerse a distancia de esa obligación.

Estaba claro que su mujer, en estas cosas, no estaba ayudando demasiado. Había insistido que para que el muchacho tuviera independencia, construyeran, en el mismo condominio familiar, un departamento en forma de cabaña para él. De ese modo, él podía hacer su vida y ella no sentiría que se había ido de su lado, cosa que a él le parecía irrisoria si consideraba que Fernando pasaba más tiempo fuera de Chile que en su propio espacio.

- Al menos podrías preguntar cómo está tu hijo – señaló Mariela luego de volver al salón con una taza de té en las manos.

- Debo suponer que está bien… - repuso Joaquín sin quitar la vista del período sin leer nada en realidad – si no, tú no estarías así de tranquila.

- A veces creo que no quieres a nuestro hijo – señaló la mujer apretando los dientes con molestia.

- Y a veces yo creo que piensas que nuestro hijo todavía tiene cinco años – objetó el hombre frunciendo la nariz.

Mordiéndose el borde del labio, Mariela, sin molestarse en contestar, avanzó hasta el ventanal que daba a la terraza. No tenía intensiones de discutir con su marido sobre ese punto. Él jamás entendería que su devoción hacia Fernando era por el hecho de no haber podido de tener más hijos, y que, aunque lo intento muchas veces, fue el mismo médico él que le prohibió seguirlo intentando.

Después de los 40 tenía que asumir que el riesgo era demasiado alto para su salud.

Y además, estaba su hijo.

En él podía volcar todo ese amor que albergaba en su pecho.

En tanto, Fernando, sentado con un vaso de ginebra en la mano en el borde del sillón observaba el paisaje iluminado del jardín de su madre.

Moviendo los hielos que el vaso contenía, el hombre esbozo una vaga sonrisa. Había decidido retornar al hogar con la idea de congraciarse con su padre.

Aún cuando se sabía amado por él, consideraba que de alguna u otra manera lo estaba defraudando con su actitud distante, y es que aunque le agradaba Los Ángeles, sentía que no tenía madera de empresario.

Sólo había estudiado Ingeniería porque su padre se lo había pedido, y aunque se había graduado con distinción, no era algo a lo cual él quisiera dedicarse.

Deseaba más bien ser como su abuelo Roberto.

Aquel, un hombre retirado, le había dejado la mina a su hijo Joaquín dedicándose, ahora, por entero a su verdadera pasión, la fotografía, yéndose a España, su tierra natal, y con la curiosidad propia de un niño, capturaba con su lente todo lo que su ojo inquieto le llamara la atención.

Algún día… pensaba él intentando darse ánimos… podré hacer con mi vida lo que me venga en gana…

El sonido del computador que estaba sobre la mesa, hizo que este volviera el rostro hacia él, descubriendo que había algunos mensajes en su correo.

Abriendo la bandeja de entrada, notó con cierto fastidio, que se trataba de algunas chicas con las cuales había coqueteado alguna vez, y aunque eran bastante guapas, hasta ahí no más llegaba.

Por ahora, no tenía ningún interés en involucrarse con nadie.

Por alguna razón que desconocía, ninguna mujer lograba calentar su corazón, y es que aunque muchas veces lo había deseado con ganas, nada parecía ocurrir.

Manuel le había dicho alguna vez que eso de enamorarse no era para ellos.

Créeme, amigo… le dijo algo chispeante esa vez a la salida de una fiesta en Puerto Azul… tú y yo estamos destinados a vivir en este mundo una gran aventura… nada de ataduras… nada de problemas… sólo oportunidades a manos llenas…

Pasándose una mano por la nariz, pincho el archivo de su música favorita, y sin el ánimo de pensar, dejó a su mente descansar mientras escuchaba la voz melodiosa de Noel Schajris.

Capítulo 3: Perspectivas Manuel12

El reloj sonaba como un condenado.

Manuel sabía que eran las 5 de la mañana. Era hora de levantarse.

Con un bostezo parecido a la de un león, se desperezó y se dirigió al baño, el cual se encontraba en medio del corredor.

Después de darse una breve ducha, se vistió con diligencia y se apresuro a llegar a la cocina. Una de las cosas que a su padre le molestaban era precisamente la impuntualidad.

- Buenos días – dijo mientras abría la gaveta y sacaba un tazón.

- Buenas – respondió su padre casi como un resoplo, en tanto digería un pedazo de pan junto con la leche de su plato.

Una de las costumbres que Manuel no entendía de su padre era esa afición de comer pan o galletas en un plato de cereal recurriendo a solamente a sus dedos… ¿no sería mejor comer en una taza y utilizar un servicio?

Sentándose con prestancia, Manuel se ubico en la mesa, y con modales muy correctos se dispuso a despachar la leche de su tazón y el pan con una rebanada generosa de queso.

Su padre lo miro con los ojos redondos.

A pesar de encontrar innecesarios aquellas actitudes no podía dejar de sorprenderse. Tratando de disimular su satisfacción frente al hombre en que su hijo se había convertido, se levanto casi de inmediato y dejo sus tratos en el fregadero.

- Te espero afuera – murmuró en tanto salía de la cocina.

Manuel sólo suspiro. Sin precipitarse, se concentro en la comida que estaba en su boca. Pasaba tanto tiempo trabajando que el único placer que se permitía era comer.
Hacía poco que se había graduado de ingeniero, y a pesar de que todavía no encontraba empleo, no había desfallecido en su intento de demostrarle a su padre que había más vida que aquella que se encontraba encerrada en este pueblo de mala muerte.

Su padre había dedicado toda su vida a esa mina, por lo que él la aborrecía con increíble fuerza.

Lo único que hacía agradable su estancia en este lugar era el constante mimo de su abuela, el cariño que sentía por Susana y la gran amistad que tenía con Fernando.

En sus tiempos de escuela, los tres habían sido inseparables, habiendo siendo apodados por los muchachos del pueblo como “los cuatro fantásticos”.

Claro, la cuarta era Ariel, la hija del borracho del pueblo.

Corrían rumores de que después que ese viejo desdichado se quitará la vida aquella mañana en que se interpuso en la vía del tren, ella también había hecho lo mismo, pues nunca más nadie la había vuelto a ver.

Algunos afirmaban que él mismo lo había matado por sus constantes maltratos y golpizas.

Recordó con una vaga sonrisa que aquella niña tenía muy mal carácter, aunque era bastante lista. Leía muy bien en voz alta y cantaba melodiosamente.

Y también había sido su mejor amiga.

Levantándose de pronto, Manuel fue a colocarse una chaqueta gruesa. Luego de ello, se metió dentro de la camioneta de su padre para ir de una buena vez a esa mina.

Aún cuando era temprano, la gente, como siempre, hacía sonar sus bocinas una vez que se cruzaban por las calles semidesiertas del pueblo pues todo el mundo se conocía.

Al llegar al puesto de trabajo y chequear los equipos, uno a uno, los hombres de la cuadrilla empezaron a aparecer dispuestos a hacerse cargo de su labor.

- ¡Manolito! – sonrió uno de ellos acercándose a él y, con la confianza de un amigo, pasó una mano por sobre el hombro del muchacho mientras decía - ¡qué bueno que regresaste!

- ¡Hola Juan! – resopló Manuel tratando de mostrar la mejor de sus sonrisas.

Todos los demás chiflaron de gusto al verlo de nuevo, y haciendo algunas bromas sobre su actitud citadina, empezaron a organizar su jornada.

Capítulo 3: Perspectivas Ciudad
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Mensaje por Pspain Sáb Ago 04, 2012 6:00 pm

Bien dice el dicho que los hijos son de las madres... y es que por regla general ellas nos comprenden más que los padres. En este caso Mariela es sobreprotectora, normal, Fernando es su único hijo y para una madre no hay nada más importante.

Fernando es un buen chico, se ve un poco introvertido pero es majo. (majo en España es buena persona). Manuel tambien me cae bien a pesar de ser distinto. Lastima que los dos van a estar interesados en Ariel, siendo tan amigos, con la cantidad de chicas que hay y se tienen que fijar en la misma... Cuantos casos asi hay en la vida real y la amistad se va al carajo.

Buen cap!
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Mensaje por jerycz Dom Ago 05, 2012 10:23 am

Pspain escribió:Bien dice el dicho que los hijos son de las madres... y es que por regla general ellas nos comprenden más que los padres. En este caso Mariela es sobreprotectora, normal, Fernando es su único hijo y para una madre no hay nada más importante.

Fernando es un buen chico, se ve un poco introvertido pero es majo. (majo en España es buena persona). Manuel tambien me cae bien a pesar de ser distinto. Lastima que los dos van a estar interesados en Ariel, siendo tan amigos, con la cantidad de chicas que hay y se tienen que fijar en la misma... Cuantos casos asi hay en la vida real y la amistad se va al carajo.

Buen cap!

Pues sí... ambos son buena gente... tienen buen corazón e intentan demostrarle a quienes aman lo que sienten aún a costa de sacrificarse en cosas que no les agrada mayormente...
y sí, tienes razón... es una lástima que se enfrenten en esto... pero hay veces en que la vida te pone encrucijadas que no puedes ignorar.

Gracias Pedro por tus comentarios... un beso Like a Star @ heaven sunny
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Mensaje por Bella Scence Kaulitz Jue Sep 27, 2012 11:59 pm

que mal que Fernando piense que el amor no es para él, pero el amor le llegara sin duda alguna.
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Mensaje por Gloria Sáb Sep 29, 2012 5:32 pm

Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, pero a veces se equivocan, como por ejemplo en este caso, el padre de Fernando lo ha obligado a estudiar algo que a Fernando realmente no le gusta, él lo que quiere es ser libre como su abuelo, pero hablando se entiende la gente, tal vez cuando Fernando y su padre tengan una buena plática lleguen a entenderse y se podrá llevar tan bien con él como con su madre
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Mensaje por jerycz Dom Sep 30, 2012 4:24 pm

Bella Scence Kaulitz escribió:que mal que Fernando piense que el amor no es para él, pero el amor le llegara sin duda alguna.

De todas maneras, Bella... uno jamás puede escupir al cielo Very Happy
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Mensaje por jerycz Dom Sep 30, 2012 4:26 pm

Gloria escribió:Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, pero a veces se equivocan, como por ejemplo en este caso, el padre de Fernando lo ha obligado a estudiar algo que a Fernando realmente no le gusta, él lo que quiere es ser libre como su abuelo, pero hablando se entiende la gente, tal vez cuando Fernando y su padre tengan una buena plática lleguen a entenderse y se podrá llevar tan bien con él como con su madre

Es un dicho muy cierto que las hijas son para los padres, y los hijos para las madres... los padres del mismo género tienden a presionar un poco más a los hijos... en todo caso, siempre se impone el amor... Like a Star @ heaven sunny
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