Capítulo 9: Encuentro
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Capítulo 9: Encuentro
- ¿Por qué no me avisaste? – inquirió la muchacha al otro lado de la línea con tono disgustado.
- Discúlpame Mel… - indico Ariel pasándose una mano por sobre la mejilla con una lívida sonrisa – todo fue muy rápido… no quería ir pero Esteban prácticamente me empujo hacia el aeropuerto.
Rozando con un dedo el borde de su labio, Ariel sentada plácidamente en uno de los asientos del avión, torcía levemente la nariz. Mel, cuyo nombre era Melanie Mackenzie, era una amiga que había hecho apenas entró a estudiar Ingeniería Civil en la Universidad de Chile, resultando ser tan afines que, desde entonces, se habían convertido en prácticamente hermanas.
Por lo abrupto del viaje, no había alcanzado avisarle que no podría asistir a un evento de caridad que ella le había invitado. Por ahí, tenía el presentimiento que quería que coincidiera con Federico, su hermano mayor, quien le había mostrado cierto interés.
Después de 5 minutos de alegre cháchara, Ariel apretó el botón de colgar y dirigió sus ojos oscuros hacia el cielo contemplando algo nerviosa su color ceniciento. Había escuchado en el noticiero matutino que en el norte del país iba a ver 28 grados, sin embargo, ella sentía mucho frío.
Torciendo levemente el labio, se dijo que quizás aquello se debiera a los nervios. Hacía mucho tiempo que no ponía un pie en Los Ángeles, y la ansiedad la estaba invadiendo desde la noche anterior en que se vio atrapada entre Esteban, Morgan y el odioso de Contabilidad. Como si fuera la única capaz de hacer ese trabajo, volvieron a insistirle que era necesario proteger el patrimonio de la compañía, y que ella, como una de las altas ejecutivas, tenía la obligación de ayudarlos.
Aún cuando le sonaba ese discurso muy familiar en Morgan, no entendía el porqué de Esteban, y aunque era cierto que tenía varias acciones apostadas en Aluz, aquello no era tanto como para que la hostigara.
Aspirando aire con fuerza, acomodo su cabeza en el borde del asiento y, como si fuera un descuido, recordó aquel extraño incidente en el lobbie del aeropuerto.
Habían quedado de encontrarse con Ramírez y Barrientos, los dos técnicos que iban a acompañarla a Los Ángeles para ver eso de la máquina, y caminando sin poder ver nada en medio del gentío, se volvió con precipitación hacia un lado cuando una embestida de aquellas la hizo temblar de pies a cabeza.
Rebotando en algo que le pareció de granito, como si se desvaneciera, no tuvo ningún poder sobre su cuerpo, dejando que este siguiera su trayectoria hacia el suelo, hasta que, por arte de magia, un par de fuertes manos la atraparon casi en el aire.
Sin preverlo, sus ojos se dirigieron irremediablemente sobre el rostro de un hombre de cabello claro, casi rubio, de ojos grandes y verdes donde leía su profunda sorpresa y desconcierto. Tratando de recuperar su natural compostura, se encontró que no podía moverse. Por alguna razón, su atención quedó atrapada en su rostro, apreciando que era uno de los tipos más atractivos que había visto en su vida.
No estaba segura cuanto tiempo había pasado, sin embargo, haciendo uso del poco sentido común que le quedaba, se apartó intentando mostrarse serena. Por ningún motivo podía quedarse ahí observándolo con cara de pregunta.
Quizás aquel hombre crea que estoy loca… se dijo a sí misma una vez que se alejo lo suficiente, intentando descartar un absurdo deseo de volver la mirada atrás.
Negando con la cabeza, decidió pensar que lo sucedido tenía que ser culpa de la abstinencia. Había pasado mucho tiempo en que alguien no la había abrazado de aquella forma tan posesiva, por lo que sus hormonas se alocaron ante su contacto.
Eso debe ser… se dijo tratando de dar por terminado el asunto.
Una vez en Los Ángeles, dejaron su exiguo equipaje en una pequeña pensión en Santa Bárbara, un pueblecito pintoresco ubicado a 10 minutos de la ciudad, y se dirigieron a la Mina.
Apretándose los dedos esperó a Fernando Urquieta. Le habían dicho que era el encargado de adquisiciones de la mina, y se preguntó cómo diablos se había dejado convencer de estar ahí, y es que de niños siempre había mantenido una distancia con él. Recordaba que alguna vez le había escuchado decir que se iría a España a vivir la vida junto a su abuelo. Torciendo el labio, se dijo que de seguro estaría igual que cuando eran niños: un chico lindo, alto, atlético, seguro de sí mismo…
- Lo siento señorita… - expresó un muchacho de tez aceitunada y una sonrisa amable – don Fernando está fuera al igual que don Joaquín, por lo que vendrá el operario encargado de la máquina.
- ¿Quién es? – preguntó Ramírez levantando un poco el casco que llevaba.
- Carlos Valenzuela.
Ante la respuesta del chico, Ariel palideció abriendo los ojos con algo de temor.
Uno de sus recuerdos más amargos de su vida en los Ángeles era precisamente ese hombre.
Carlos Valenzuela, el padre de Manuel, era un tipo amargado que vivía afligiendo a los demás. Era el mejor amigo de su padre, sin embargo, como si fuera alguien indigna, la miraba por debajo del hombro.
- ¿Tienes algo? – le preguntó Barrientos notando el cambio en su expresión.
- Cansancio… - contestó Ariel cruzándose de brazos con un deje de pasar – los viajes me matan.
Intentando darse valor para enfrentarse a ese hombre tan ruin, no fue consciente de la llegada de un hombre joven en medio del patio.
- ¿Carlos Valenzuela? – inquirió Ramírez con presteza.
- No… - contestó este colocando una mano sobre los ojos - soy Manuel Valenzuela, su hijo.
Con la sorpresa viva, Ariel dirigió su mirada con presteza sobre el rostro de aquel hombre.
Aún cuando aquel tenía un aire familiar, no podía creer que aquel tipo de cabello oscuro y más largo de lo habitual, tez bronceada, de rasgos atractivos, fuera el mismo delgaducho de su infancia.
Deseando decir muchas cosas, se encontró con que las palabras se le atoraron en la garganta, presa de la gran sorpresa de tener frente a sí a un querido amigo a quien no veía desde hacía mucho.
- ¿Vienes Ariel? – escuchó decir a Barrientos, como si fuera un eco lejano, y en ese preciso instante, Manuel se volvió a verla tan sorprendido como ella.
- Ha pasado mucho tiempo – logró decir por fin la mujer sonriendo con timidez.
Quizás debí haberte escrito… se dijo, todavía presa de la emoción.
- ¿Ariel? – inquirió este parpadeando como si no lo pudiera creer.
- Manuel – expresó ella en voz bajita, apretándose ambos brazos como una forma de contenerse de abrazarlo.
- Ariel, necesito que vengas… – dijo con urgencia Mariano Barrientos, el técnico en jefe de reparaciones de Aluz sacándola de cuajo de sus pensamientos – quiero que me des tu opinión sobre lo que hemos podido percatarnos a simple vista de la máquina.
Repentinamente nerviosa, le dedico una mirada de disculpa y se encamino hacia la plataforma.
Manuel, en tanto, enarcó una ceja sin todavía poder creérselo.
No pudiendo dejar de observarla, un montón de preguntas se apresuraron a desfilar en su mente haciéndolo sentir mareado…
¿Dónde están las trenzas y las pecas de su nariz?… ¿y esa forma de pararse como si fuera un chico? ¿cómo es que de pronto se transformó en una mujer tan bella?
Sin tener control sobre sus ojos, su mirada oscura recorrió sin perder detalle de aquella criatura de largas piernas, figura esbelta y bien equilibrado…
Apretando un jadeo, debía reconocer que estaba más hermosa de lo que nunca pensó que sería.
- Creo que se trata de unas correas… – expresó Ariel con eficiencia volviendo con él – Mariano y Julián se encargarán de hacer una revisión más exhaustiva… pero calculo que dentro de un par de días estará en nuevamente en funcionamiento.
- ¿A sí? – se escuchó decir Manuel sintiéndose de lo más insulso.
- A sí es… – Ariel esbozó una sonrisa – no habrá problemas. Te lo aseguro.
- ¡Qué bien! – resopló sintiendo que eso no era lo que quería decir, sin embargo, ninguna palabra más apropiada venía a su mente.
- Ariel… – dijo Julián Ramírez acercándose ahora y colocándose a su lado - ¿crees que podrás llamar a la central? ¿Podrías hablar con Morgan para que agilice y autorice hoy mismo unos repuestos?
- ¡Claro! – y sacando su móvil, Ariel respiró hondo antes de hablar con ese idiota.
Marcando el número, levanto un dedo hacia a Manuel con un gesto de que no se tardaría demasiado - ¿aló? ¿Morgan?
- ¡Ariel! – contestó este complacido.
- Estoy en la Mina Urquieta… - y mordiéndose el labio, comenzó a hablar con velocidad – Julián necesita unos repuestos de forma urgente… ¿podrías autorizarlos en enseguida?
- Por supuesto… – le aseguro Morgan – no faltaba más.
Cerrando la tapa de su móvil, se llevó aquel artefacto al rostro con un deje de debilidad. Apoyándolo, luego, en sus labios, sus ojos volvieron a observar al hombre que tenía al frente con una gran sonrisa.
- ¡Qué bueno verte, Manuel! – exclamó ella, todavía sin podérselo creer.
- Ariel… - Manuel levantó una mano y la estaciono en el codo de Ariel con calidez e inquirió con preocupación - ¿qué te habías hecho? ¡creí que estabas muerta!
- Nada de eso… – sonrió ella – pero es muy largo de explicar.
- Entonces, cena conmigo.
- Ariel, tenemos que irnos – señaló abruptamente Mariano detrás de ella, y mirando con mala cara la mano que Manuel mantenía sobre el brazo de la mujer, añadió – se nos hace tarde… recuerda que el hospedaje está fuera de la ciudad.
- No preocupes, amigo… - indico Manuel tirando blandamente a Ariel hacia él – la señorita va cenar conmigo y la llevaré a su casa sana y salva.
- No te preocupes Mariano… – repuso Ariel al ver el rostro incrédulo del hombre, y sonriendo con suavidad, agregó – no hay problema.
Arqueando una ceja, no muy convencido, Mariano extendió la mano hacia Manuel a modo de saludo, preguntándose al mismo tiempo como Ariel González podía tener esa expresión tan dulce en el rostro si hacía tan sólo una hora atrás parecía un oso perezoso que sólo deseaba volverse a la capital.
jerycz- Mensajes : 588
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Re: Capítulo 9: Encuentro
Qué alegría tan grande, Manuuel y Ariel de nuevo juntos después de tantos años!!!
Es una sensación tan exquisita cuando vuelves a ver a tu amig@ de la infancia cuando ya eres un adulto y más si entre esa amistad hubo algo o empieza algo de atracción
Creo que a Mariano le gustó Ariel y está celoso de Manuel.
Jery por favor continúa este novela, está muy interesante, no la dejes abandonada por fa, ¿Si?
Es una sensación tan exquisita cuando vuelves a ver a tu amig@ de la infancia cuando ya eres un adulto y más si entre esa amistad hubo algo o empieza algo de atracción
Creo que a Mariano le gustó Ariel y está celoso de Manuel.
Jery por favor continúa este novela, está muy interesante, no la dejes abandonada por fa, ¿Si?
Gloria- Mensajes : 11369
Fecha de inscripción : 18/07/2011
Localización : MEXICO
Re: Capítulo 9: Encuentro
No te preocupes preciosa... claro que no...
Me alegra mucho saber que te esta gustando
Un beso enorme
Me alegra mucho saber que te esta gustando
Un beso enorme
jerycz- Mensajes : 588
Fecha de inscripción : 24/07/2011
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